Comentario
El hecho urbano tiene una larga historia que puede rastrearse en Mesopotamia, China, India o Mesoamérica 4.000 ó 5.000 años a. C. Y sin embargo, la humanidad habitó predominantemente, hasta mediados del siglo XVIII, en pequeños asentamientos, cuya economía dependía directamente de las actividades primarias. En esta fecha los avances médicos y la mejora de las condiciones de vida aceleraron bruscamente el ritmo del crecimiento poblacional que se había mantenido muy lento hasta entonces. El proceso de urbanización no puede separarse de estas coordenadas demográficas.Si aceptamos que los seres humanos han existido en la Tierra desde hace por lo menos un millón de años, durante los primeros 990.000, el tamaño de la población mundial crecía tan lentamente, que se calcula que 8.000 años a. C. había unos ocho millones de habitantes, es decir un incremento natural de 15 personas anuales por millón de habitantes. Como consecuencia de la revolución agrícola acaecida en el Neolítico, el crecimiento se aceleró, y la población se duplicaba cada 1.530 años: en el año cero de nuestra era había unos 300 millones de personas. Desde la época romana, hasta el comienzo de la Revolución Industrial la tasa de crecimiento se incrementó algo y la población mundial alcanzó un tamaño de 800 millones.Desde entonces, la tasa de crecimiento demográfico mundial ha aumentado peligrosamente. Entre 1750 y 1950, el descenso de las tasas de mortalidad, la mayor higiene, y la mejora en la alimentación permitieron que la humanidad se triplicara, pasando de 800 a 2.500 millones; veinticinco años más tarde se añaden al cómputo demográfico mundial más de 1.500 millones de personas, haciendo un total de 4.000 millones, lo que implica un tiempo de duplicación de apenas 37 años. La barrera de los 5.000 millones se ha saltado en 1990, y la ONU calculó que al remontar el siglo habría unos 6.000 millones de seres humanos.El crecimiento de la población mundial ha sido acompañado por procesos migratorios hacia las regiones que tenían un crecimiento más lento. Y estos procesos migratorios implicaron también el trasvase de población desde zonas rurales hacia zonas urbanas. A finales del siglo XVIII, sólo tres de cada 10 personas vivían en ciudades, y menos del 1 por 100 de la población mundial lo hacía en ciudades de más de 100.000 habitantes. En la década de 1970, sin embargo, casi la cuarta parte de la humanidad vivía en ciudades de ese tamaño.La redistribución de la población desde las zonas rurales a las urbanas fue más acentuado en los países industrializados. En realidad, el proceso actual de urbanización comenzó en el Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial, en 1900, cuando su población urbana superó en número a la rural, y el proceso se extendió a Europa. De forma lenta al principio, y bruscamente después ampliándose al resto del mundo tras la I Guerra Mundial. Al finalizar el siglo uno de cada dos habitantes mundiales vivirá en ciudades, y en el año 2025, más del 60 por 10% de la población estará clasificada como urbana.Pero estudiar la ciudad y el proceso de urbanización supone la dificultad inicial de hallar una definición coherente, amplia y aceptada. En realidad, el intento de buscar una definición de carácter universal refleja un cierto eurocentrismo conceptual que asume implícitamente la existencia de un único patrón de ciudad, el europeo, al que se han de ajustar las restantes ciudades originadas y desarrolladas en diferentes contextos culturales y espaciales.Por otra parte, en la realidad no es posible señalar de forma clara y rotunda la frontera que separa lo urbano de lo rural; por ello toda división que se establezca entre estos dos hechos es en sí misma arbitraria. Así se explica la gran variación que existe entre los diferentes umbrales adoptados por los países a la hora de delimitar los asentamientos urbanos. Por ejemplo, Dinamarca lo sitúa en 200 habitantes, Estados Unidos en 2.500, España en 10.000 y Japón en 30.000. Esta enorme oscilación hace difícil establecer comparaciones entre las regiones del mundo.Tampoco las definiciones cualitativas resuelven el problema, ya que la definición congela una realidad múltiple y diversa, cambiante en el tiempo y en el espacio. En casi todas las definiciones se incluye la noción de tamaño, densidad, morfología del asentamiento y predominio claro de las actividades agrarias de sus habitantes. Otros autores identifican lo urbano con un modo de vida específico, aunque en el momento presente en los países avanzados, las características del modo de vida urbano que algunos identifican con las de la modernidad no se constriñen a un nicho ecológico particular (rural o urbano), sino que dependen más de la clase social, estilo de vida y fase en el ciclo vital.De tal modo que son muchas las personas que viven en marcos rurales y tienen sin embargo pautas de comportamiento urbano, en tanto que algunos grupos de inmigrantes rurales conservan incluso en grandes metrópolis modos de vida claramente rurales.Por consiguiente, el estudio del proceso de urbanización depende de las fuentes estadísticas, y los organismos internacionales no han resuelto el problema de encontrar una definición satisfactoria de la ciudad que permita hacer estudios comparativos entre países diferentes. En general, se considera urbano lo que los diferentes Estados definen como tal según criterios muy variados: tamaño de la población, naturaleza de las actividades económicas, función administrativa, infraestructuras, tradición histórica, etcétera.El proceso de urbanización puede definirse como un conjunto de mecanismos que hacen aparecer un mundo dominado por la ciudad y por sus valores. Se acostumbra a diferenciar en el proceso de urbanización dos hechos: crecimiento "urbano" y "urbanización". El primero es un proceso espacial y demográfico y hace referencia a la importancia creciente de las ciudades como concentraciones de población y recursos en un sistema económico y social determinado. El término "urbanización" es un proceso espacial y se refiere tan sólo a los cambios en el comportamiento y en las relaciones sociales que se producen en la sociedad como resultado de vivir un número creciente de población en las ciudades. Se trata fundamentalmente de los complejos cambios de estilo de vida que surgen como consecuencia del impacto de las ciudades en la sociedad. Durante mucho tiempo, crecimiento urbano y urbanización eran interdependientes y se producían en el mismo espacio geográfico. Es decir, aparecía un modo de vida específico conforme la población emigraba del campo y se dirigía a la ciudad.Por ello, el término urbanización se empleó y se sigue utilizando para expresar a la vez el crecimiento de las ciudades y el impacto de las mismas en el conjunto de la sociedad. Desde la II Guerra Mundial, y especialmente en los países desarrollados, ambos procesos pueden darse por separado en el espacio ya que se piensa que la llamada urbanización supone la adopción de valores ligados a los de la modernidad que dependen más de las características personales (clase social, estilo de vida, ciclo vital) que del lugar en el que viva una persona. Y así pueden aparecer personas y grupos en la ciudad que son realmente campesinos, por seguir enraizados a los valores tradicionales, y por otra parte, personas que habitan en el medio rural, pero que por sus comportamientos y actividades se identifican con la cultura urbana.Cuando comparamos el mapa del mundo de 1900 con el mapa actual, aparecen dos cambios importantes: la proliferación de las naciones y el aumento en número y tamaño de las ciudades. En efecto, a una división geopolítica simple del mundo en 1900 e incluso hasta finalizada la II Guerra Mundial, entre países industrializados e independientes y países coloniales, sucedió un mosaico de más de 160 naciones independientes y variables en tamaño y grado de desarrollo. Asimismo, a un modelo de organización espacial sobre la base de un sistema de ciudades simple y con escaso número de grandes ciudades casi todas ellas en los países desarrollados, sucedieron un mundo organizado por un número creciente de ciudades, algunas de ellas muy grandes, con una fuerte representación en los países subdesarrollados. Es decir, se pasó de una organización del espacio elemental, respondiendo a las necesidades de una sociedad predominantemente agraria y rural a una organización más compleja en la que la ciudad alberga en 1993 al 42 por 100 de la población mundial.Lo más llamativo de este proceso de urbanización es la vigorosa incorporación de los países del Tercer Mundo, y el hecho de que la urbanización sólo parcialmente se relacione en este ámbito con la industrialización y esté más ligada a la emigración rural (huida de los campesinos de la miseria) y al fuerte crecimiento demográfico. Este comportamiento diferente en el proceso de urbanización de los países menos desarrollados y los desarrollados, hace que mientras en los segundos se puede asociar alto grado de urbanización con grado de desarrollo económico, en los países primeros no puede establecerse esta correlación, ya que las tasas de crecimiento urbano aumentan más rápidamente que las del desarrollo económico, produciéndose lo que algunos llaman una "sobreurbanización".Al analizar el proceso de urbanización en el mundo, llama la atención el rápido crecimiento de las ciudades en los países desarrollados. Aunque históricamente la urbanización dominante fue reciente, su influencia fue tal que existen muy pocas regiones que no acusen directa o indirectamente los impactos de la ciudad. El proceso de urbanización es parte aquí del fenómeno global de cambio social y traduce el modo de organizarse social y económicamente una sociedad.Con la expansión del capitalismo desde el siglo XVI, los países del Tercer Mundo entran en contacto directo e indirecto con este modo de producción y sus estructuras socioespaciales se ven modificadas de tal modo que no puede entenderse el desarrollo y la situación actual de las ciudades de estos países sin referirlas a la evolución económica de los países desarrollados desde el siglo XVI hasta nuestros días. En el momento presente, la ciudad del Tercer Mundo forma parte de la economía mundial, pero no todas las ciudades disponen de igual acceso a los recursos, ni tienen asignadas las mismas funciones, lo que explica la diversidad urbana en los diferentes países subdesarrollados.Es preciso señalar, por otra parte, que la irrupción europea en los países del Tercer Mundo no operó en un mapa vacío, pues los procesos económicos, sociales, políticos y culturales del colonialismo y neocolonialismo operaron en estructuras socioespaciales claramente diferenciadas. Así, por ejemplo, no es comparable la situación socioespacial del Africa subsahariana con la de China o India, ni tampoco la realidad norteamericana con la de los Imperios inca y azteca.En unos casos el proceso urbano se sobrepuso a una organización rural, con escaso desarrollo urbano, en tanto que en aquellos ámbitos en los que el desarrollo urbano era importante, el sistema de ciudades se alteró profundamente en beneficio de los intereses de las potencias metropolitanas (por ejemplo, el desarrollo de las ciudades portuarias en detrimento de los núcleos rectores tradicionales).El impacto de la expansión europea desde el siglo XVI transformó las estructuras y formas urbanas, apareciendo funciones ligadas a la división del trabajo autóctono y a los efectos originados por su integración en la economía mundial.Tampoco los modelos coloniales fueron uniformes, y por consiguiente el proceso de urbanización ha de verse, al menos desde el siglo XVI, como un fenómeno global en el que los países desarrollados alteraron profundamente la organización socioespacial de los colonizados.Es cierto que el proceso de urbanización sólo se entiende si se trata de un modo global y ligado a la expansión del capitalismo; sin embargo, en los últimos doscientos años, y especialmente tras la II Guerra Mundial, la urbanización ha sido tan acelerada que algunos autores hablan de una "explosión urbana", simultánea al incremento de las unidades de producción, la división del trabajo y un espectacular crecimiento de la productividad que alteró profundamente la estructura de la sociedad. El crecimiento de las ciudades se hizo en estos dos últimos siglos con tasas nunca vistas en la historia de la humanidad, y los modos de vida rurales van siendo progresivamente sustituidos por las actividades y concepciones urbanas, hasta el punto que en los países de mayor desarrollo económico diferenciar el modo de vida rural del urbano es un ejercicio carente de sentido.Las tendencias en el crecimiento de la población manifiestan claramente que la población urbana aumentará muy rápidamente en los países menos desarrollados. Los países desarrollados desde 1950 conocen un crecimiento lento de la población urbana y son los países subdesarrollados los que tienen tasas de crecimiento muy elevadas, hasta tal punto que en 1980 la población urbana de los países menos desarrollados supera en número a la de los países desarrollados y en el año 2000 la excederá en 1.000 millones de habitantes.En el momento presente los países subdesarrollados conocen tasas de crecimiento tres veces mayores que las de los desarrollados, de tal modo que se estima que el 85 por 100 del crecimiento de la población urbana entre 1980 y 2000 se producirá en los países menos desarrollados.No obstante, los valores promedios ocultan variaciones no sólo entre los países más y menos desarrollados, sino también entre las diferentes regiones de estos dos ámbitos socioespaciales.En 1960 los países subdesarrollados eran predominantemente rurales. Una de cada cinco personas vivía en áreas urbanas y existían 30 países con menos del 10 por 100 de su población viviendo en ciudades. A finales de la década de los años 80 sólo diez países tenían esta característica y al finalizar el siglo XX solamente Bután y Cabo Verde contarán con porcentajes de población urbana tan bajos.Por otra parte y dentro de la misma área, entre 1960 y 1980, el número de países con mayoría de población viviendo en ciudades pasó de 45 a 82 y son 90 en 1993 los que reúnen esta condición.Se supone asimismo que al finalizar el siglo XX el 39 por 100 de la población de los países subdesarrollados vive en áreas urbanas.Todas las regiones del mundo, salvo los continentes africano y asiático, tienen una población predominantemente urbana, pero las diferentes regiones muestran contrastes acusados en sus niveles de urbanización. No obstante los porcentajes de los países desarrollados y subdesarrollados se acercan y de continuar las tendencias actuales se igualarán en el año 2020, pues al igual que ocurre con la tasa de crecimiento de la población, los países más pobres conocen crecimientos urbanos más rápidos que los países desarrollados en los últimos 25 años.En general, el proceso de urbanización se ajusta a una serie de fases. En la primera, la más larga en el tiempo, la curva es suave, lo que refleja una sociedad de economía agraria dominante con escaso poder de crear grandes excedentes; en la segunda fase, la curva se dispara y, por último en la tercera, el crecimiento vuelve a ser moderado.Otro rasgo de capital importancia en el proceso de urbanización reciente es el explosivo crecimiento demográfico experimentado por las grandes ciudades, especialmente en los países subdesarrollados. En 1960, había 114 ciudades con más de un millón de habitantes, de las que 62 se localizaban en los países menos desarrollados. Entre 1960 y 1980, las ciudades millonarias alcanzaron la cifra de 222, de las que 103 se daban en los países menos desarrollados.Si el tamaño de las ciudades fue considerado durante mucho tiempo como un índice de desarrollo económico, en la actualidad, muchas de las mayores ciudades aparecen ubicadas en el mundo subdesarrollado. Menos de la mitad de las mayores aglomeraciones del mundo se daba en los países subdesarrollados en 1960, y tan sólo cuatro en los países de rentas muy bajas (inferiores a los 400 dólares). Pero en el año 2000 se estima que 20 de las mayores aglomeraciones urbanas aparecerán en los países menos desarrollados y ocho de ellas en países de rentas muy bajas.Muchas de estas ciudades se expandieron absorbiendo los núcleos rurales próximos e incluso pequeños centros mercantiles, constituyéndose en áreas metropolitanas. En 1990 hay 280 áreas metropolitanas que superan el millón de habitantes y de ellas dieciocho (Beijing, Bombay, Buenos Aires, El Cairo, Calcuta, Londres, Los Angeles, México, Moscú, Nuevo York, Osaka-Kobe, París, Rin-Ruhr, Río de Janeiro, Sao Paulo, Seúl, Shanghai y Tokio-Yokohama) tenían más de diez millones de habitantes.Por lo tanto, el proceso de urbanización afecta especialmente a las grandes ciudades, cuyos crecimientos demográficos superan ampliamente las tasas medias de crecimiento de sus países respectivos. Sin embargo, la tasa de crecimiento de población urbana varía sustancialmente en las diferentes regiones del mundo, pero en todas ellas se mantienen dos características en común: todas conocen un incremento de población urbana superior a la tasa media y en todos los países sus ciudades de tipo medio y grande experimentan crecimientos demográficos de cierta consideración.En general, los países más industrializados de Norteamérica, Europa occidental y Asia oriental conocen un mayor grado de urbanización. Por el contrario, Africa y los restantes países asiáticos tienen proporciones de población urbana muy bajas. Lo que pone de manifiesto que el proceso de industrialización llevó consigo un proceso de urbanización.Aunque las grandes ciudades aparecen en todos los continentes, su distribución manifiesta formas de concentración y dispersión claras. En efecto, a escala mundial cabe diferenciar cuatro grandes espacios que albergan a la casi totalidad de las grandes ciudades. La primera región se extiende desde las islas Británicas, y avanzando por Europa occidental y central, continúa por la cuenca del Mediterráneo y Oriente Medio incorporando países con niveles de desarrollo desiguales.La segunda área de concentración de las grandes ciudades se extiende por el Asia meridional desde Pakistán a través de la India y Bangladesh. Se trata de países poco urbanizados y de población agraria y rural dominante.El tercer agrupamiento de megaciudades combina países industrializados con fuerte presión demográfica. Se extiende por el Asia oriental, desde Manchuria y Corea hasta Japón, China oriental e Indochina. Por último, el cuarto espacio está constituido por Norteamérica, donde cabe diferenciar dos grandes fachadas. La fachada occidental desde Vancouver y Columbia Británica, se extiende por el sur hasta San Diego-Tijuana y aquí penetra por el interior por Phoenix, Arizona. La segunda se extiende por el Nordeste de los Estados Unidos desde Boston a Washington.En algunos espacios de estas regiones, las áreas metropolitanas se extienden y entran en contacto con las vecinas hasta formar regiones urbanizadas sobre amplias extensiones, con varios centros urbanos rectores. Estos espacios fueron descritos y reconocidos por primera vez por el geógrafo J. Gottmann en la fachada oriental de los Estados Unidos y les aplicó el nombre de megalópolis, fenómeno al que nos referiremos más adelante.En resumen, el crecimiento de la población urbana superará ampliamente al de la población total. La población urbana de los países menos desarrollados aumentará un 66 por 100 entre 1985 y el 2000. Por otra parte, como la población de las grandes ciudades está creciendo a un nivel superior al del conjunto de la población urbana total, especialmente en los países subdesarrollados, de continuar las actuales tendencias demográficas, casi la mitad de la población urbana de los países subdesarrollados vivirá en ciudades millonarias en el año 2025. En las tres próximas décadas aparecerán megaciudades en estos países de tamaño desconocido en toda la historia urbana. Ello supondrá un fuerte reto para resolver los problemas de vivienda, infraestructuras y servicios.Una de las características más distintiva de los países desarrollados desde la II Guerra Mundial, es el alto grado de urbanización. El proceso de urbanización de los países desarrollados ha ido acompañado de algunos cambios demográficos tales como el descenso de la tasa de crecimiento de la población y el fuerte incremento de la población mayor de 65 años que se cifra en torno al 20 por 100 al finalizar el siglo XX. Asimismo, se está produciendo un descenso del tamaño medio de la familia, siendo de destacar que el 50 por 100 de los núcleos familiares será de uno o de dos miembros.Además, y desde un punto de vista exclusivamente urbano, en los países desarrollados se han producido importantes transformaciones recientes entre las que cabe señalar la concentración de la población en grandes áreas metropolitanas primero, y más tarde el abandono de la ciudad central de las mismas en beneficio de las periferias metropolitanas, lo que se conoce con el nombre de suburbanización.